Por Jessica Murphy
Una feligrés de la Iglesia de la Universidad de San José, Terre Haute, Indiana

Kevin y Jessica Murphy, con su hijo Daniel, encarnan un profundo viaje de fe y sanación. Unidos por el amor y fortalecidos por la Eucaristía, su historia es un testimonio del consuelo y la unidad que se encuentran en el Cuerpo de Cristo, recordándonos a todos la presencia duradera del amor divino en nuestras vidas.
Era un domingo por la mañana y, después de tres años de intentarlo, acabábamos de enterarnos de que nuestro bebé no tenía latidos. Mi esposo y yo salimos del hospital y fuimos directamente a nuestra iglesia, la Parroquia Universitaria San José en Terre Haute, Indiana.
La primera persona que nos encontró fue fray Mario Serrano, OFM Conv., quien entonces era diácono de transición en San José. Mi marido le explicó lo sucedido y esto tomó notablemente desprevenido al joven fraile. Ordenó sus pensamientos y después de un momento de silencio, se acercó a mis ojos y me habló solo a mí. Supe que fray Mario había perdido a su madre, un dolor profundo, y él compartió cómo encuentra consuelo y conexión con su madre a través de la Sagrada Eucaristía y me animó a hacer lo mismo. Nunca haré justicia a sus palabras, pero lo que recuerdo en mi corazón cada Domingo es esto:
Todos somos uno en el Cuerpo de Cristo. A través del sacramento de la Sagrada Comunión, nuestra fe Católica nos dice que el simple pan se convierte en el verdadero cuerpo de nuestro Señor Jesucristo. Cuando participamos de ese sacramento, nos conectamos con el Cuerpo de Cristo tanto de manera física como espiritual. Cuando comulgo, soy uno con mi bebé que perdí ese día de Agosto del 2016; soy uno con los tres bebés que perdería después de ella. El consuelo, la paz y la verdadera curación que la Eucaristía trae a mi corazón es algo por lo que siempre estaré agradecida. Cuando tenga edad suficiente para entender, planeo compartir esta historia de la Eucaristía con mi hijo Daniel, para que se sienta conectado con los cuatro hermanos que nunca conoció.
El Sacramento de la Eucaristía es lo que nos hace Católicos. La próxima vez que tomes el Pan de Vida en tu cuerpo, recuerda y experimenta la paz de aquellos que te precedieron.