por el padre David Lenz, OFM Conv.
Tradicionalmente, comenzamos nuestra “cuenta regresiva de Adviento” para celebrar la Navidad con el encendido de las velas moradas en la corona de adviento. Esperamos con expectativa y esperanza emocionada completar nuestra corona de velas, para celebrar la llegada del Salvador a nuestro mundo fracturado. Este Adviento podemos reflexionar también sobre otro regreso y la 'espera' tal como la cuenta una historia de Jesús: El regreso del Hijo Pródigo, y la espera de un padre amoroso. Como Jesús contó la historia, cuando el padre ve a su hijo cargado y hambriento acercándose a casa, ¡corre a saludarlo con los brazos abiertos, abrazando a su hijo descarriado! ¡Qué gran alegría para el padre, que organiza un elaborado banquete y fiesta para todos! La felicidad del padre no conoce límites porque su hijo ha regresado, el que pensó que podría estar perdido. Pero ahora que regresa y admite su pecaminosidad, el padre celebra con júbilo ilimitado.
¿No podríamos considerar este tiempo de Adviento como una oportunidad para ponernos en los brazos de nuestro padre celestial y experimentar su amor generoso, en el sacramento de la reconciliación?
Muchas de nuestras parroquias llevarán a cabo “servicios de reconciliación” este Adviento como preparación para la fiesta de Navidad. ¡No nos demoremos, sino preparémonos para la fiesta de Navidad sumergiéndonos en sus brazos reconciliadores!
¡Ven Señor Jesús! Vuestros frailes franciscanos continúan siendo los 'embajadores de la reconciliación' en parroquias, santuarios y centros de retiro: – acogiendo a casa, con amor y compasión sin límites para celebrar el amor del Padre, que espera con esperanza y amor nuestro regreso. ¡No se demore, ya que él está esperando, con solo unas pocas velas moradas más para encender!
Que este tiempo de espera de Adviento sea un 'momento' de gracia y reconciliación para ti este diciembre. Y la mejor noticia es que sus brazos extendidos nos esperan siempre en el sacramento de la reconciliación.
Que disfruten y celebren a menudo esta gracia y amor en los días venideros. ¡Él espera ansiosamente para abrazarnos una vez más!