¿Acaso no soy yo tu madre? ¿No estoy aquí? (¿No soy tu madre? ¿No estoy aquí?)
Las palabras de la Santísima Madre son tan ciertas hoy como lo fueron cuando se las pronunció a San Juan Diego hace siglos en una pequeña colina de México. Ella es nuestra Madre y nos acompaña en nuestro camino, señalándonos siempre hacia su Hijo.
Ella es quien nos une a nosotros, a los del “viejo mundo” y al “nuevo mundo”. Las fronteras culturales, lingüísticas y políticas no nos separan. Todos somos miembros del Cuerpo de Cristo.
Que todos nos reunamos bajo el manto protector de nuestra Santísima Madre,
Nuestra Señora de Guadalupe, y buscamos su intercesión mientras oramos por la unidad y la paz.
ese es el regalo de Dios para nosotros, si estamos dispuestos a recibirlo.