
Más de 100 frailes de 70 países se reunieron en Roma y Asís para el 203.º Capítulo General, celebrando la rica diversidad y unidad de la fraternidad franciscana. Arraigados en el Evangelio y guiados por el Espíritu Santo, estos hermanos —orando, reflexionando y discerniendo juntos— encarnan el llamado de la Iglesia a ser uno en todas las culturas, lenguas y naciones.
Todos pueden ser uno
por fray Mario Serrano
Hoy en día, vivimos en un mundo que se reduce rápidamente, gracias a los avances tecnológicos y la facilidad para viajar. Sin embargo, sigue plagado de luchas y conflictos constantes. A pesar de nuestros mejores esfuerzos, seguimos luchando por aceptar la diversidad. En su oración sacerdotal, Jesús ruega que seamos uno, así como Él y el Padre son uno (Juan 17:21). Esta unidad no se trata de ser iguales ni de uniformidad; se trata de reconocer que Dios ama a todas las personas, en su diversidad, tanto como ama a Jesús. Hace sesenta años, la Iglesia reafirmó su postura mediante documentos como Nostra Aetate y Gaudium et Spes.
Imaginen un mundo donde honramos genuinamente la diversidad, donde se nos anima a conectar con Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, y donde nos esforzamos sinceramente por estar unidos, atendidos y alineados con todos nuestros hermanos y hermanas. ¿Saben que la Conferencia de Obispos de los Estados Unidos busca formar sacerdotes desarrollando sus dimensiones humanas, espirituales, intelectuales y pastorales? ¿Cómo podemos cada uno de nosotros crecer y ayudar a otros a madurar en estas áreas? Creo que esto, en última instancia, podría ayudarnos a apreciar las diversas maneras en que las personas encuentran significado, propósito y una relación más profunda con Dios y su pueblo.
Como Frailes Franciscanos, nos comprometemos a mantener la dedicación de la Iglesia a celebrar la diversidad y promover la unidad entre personas de diversos orígenes y credos. Este verano, del 1 al 21 de junio de 2025, tuve la oportunidad de servir como traductor (del español al inglés) y presenciar de primera mano la rica diversidad de nuestra hermandad cuando más de 100 frailes de 70 países se reunieron en Roma y Asís para nuestro 203.º Capítulo General. Este evento de tres semanas, que se celebra cada seis años en torno a Pentecostés, sirve como un espacio de oración, reflexión y confraternidad. Reflexionamos sobre los últimos seis años y miramos hacia el futuro, esforzándonos por mantenernos fieles a nuestros valores evangélicos, a la vez que profundizamos nuestra comprensión de la experiencia humana, las realidades cotidianas y el llamado de Dios a responder y servir a los desafíos urgentes del mundo actual, preservando al mismo tiempo la dignidad humana. Es un momento de renovación y renovación del compromiso con el fomento de la justicia, la paz, el bien común y la solidaridad, destacando el papel esencial de la Iglesia en el mundo moderno.
Durante nuestro tiempo juntos, oramos y celebramos en cuatro idiomas: inglés, italiano, polaco y español. Al compartir diversas expresiones culturales, desarrollamos una mayor apreciación de las fortalezas de cada uno y buscamos ampliar nuestra comprensión de la fe y la comunidad. Al aceptar nuestros diversos orígenes, formamos un frente unido y reconocimos nuestros valores evangélicos y franciscanos compartidos, proclamando juntos a Cristo. Esto me recuerda con fuerza que, a pesar de ser de Estados Unidos, soy hermano de los frailes de Rusia, Ucrania, Israel, México y muchos otros lugares de los que a menudo intentamos distanciarnos. Pasar veintiún días inmersos en tal diversidad nos recordó la importancia de fomentar la comprensión y el respeto mutuos. La Iglesia nos enseña que una relación genuina con Dios implica tratar a todas las personas con amor y rechazar cualquier forma de discriminación basada en la raza, la religión o cualquier otro factor que pueda dividirnos. Que estemos abiertos a ser uno solo por el Espíritu Santo.