En el Santuario de Nuestra Señora de la Consolación en Carey, Ohio, tenemos la costumbre de rezar una novena en preparación para la Fiesta de la Asunción el 15 de agosto. Durante estos nueve días pedimos a nuestra Santísima Madre su intercesión ante Jesús, su Hijo. También invitamos a un religioso o miembro del clero a predicar durante cada uno de los nueve días. El obispo Earl Fernandes de la Diócesis de Columbus, Ohio, predicó la novena este año. Viene al Santuario desde que era un niño pequeño.
Todas las noches leía el pasaje del segundo capítulo del Evangelio de San Juan en el que nuestra Santísima Madre instruye a los sirvientes en la boda de Caná: “Hagan lo que sea que Él les diga”. Monseñor Fernandes llevó este tema a lo largo de su predicación.
Por siglos, los peregrinos han viajado a los Santuarios Marianos de todo el mundo para escuchar y responder a la invitación de María: “Hagan lo que sea que Él les diga”. Desde 1912, los frailes de la Provincia de Nuestra Señora de Consolación han prestado servicio en el Santuario de Nuestra Señora en Carey e invitado a los numerosos peregrinos a que “Hagan lo que sea que Él les diga”.
El año próximo, nuestro Santuario Madre de Nuestra Señora de Luxemburgo y su Santuario Hija de Nuestra Señora de la Consolación celebrarán 400 y 150 años, respectivamente. El padre Joseph Gloden, el segundo párroco que sirvió en Carey, prometió que si se curaba del cólera y luego se ordenaba sacerdote, bautizaría la primera parroquia en la que sirviera como párroco en honor a María. Al llegar a Carey, cambió el nombre de la parroquia a Nuestra Señora de Consolación y dispuso que trajeran una imagen de ella a la parroquia. La estatua fue llevada 7 millas desde la Iglesia de San Nicolás hasta su nuevo hogar en Carey el 24 de mayo de 1875. Los milagros atribuidos a la intercesión de María comenzaron casi de inmediato. En junio de 1912, el obispo Schrembs, el primer obispo de Toledo, invitó a los frailes que vinieran a trabajar en la parroquia y en el santuario, lo que sigue siendo un ministerio importante para nuestra provincia.
En 1926, el capítulo de frailes se reunieron en Carey y se pusieron de acuerdo de fundar una nueva provincia bajo la protección de Nuestra Señora de Consolación. Es asombroso pensar que cada fraile que fue miembro de nuestra provincia entre 1926 y 1965, 39 años en total, habría pasado parte de su vida en Carey, ya sea en la parroquia, el santuario, el seminario o la Asociación de la Misión Franciscana por muchos años.
Gracias a las tiernas palabras de María, “hagan lo que sea que Él les diga”, los frailes de Carey han hecho todo lo que Jesús nos pide: atendiendo a diversos grupos de peregrinos y feligreses durante 112 años. Hemos servido como confesores, cocineros, personal de mantenimiento, ministros de hospitalidad, líderes de retiros para jóvenes y adultos, así como también en la enseñanza y el trabajo misionero, con la guía de Nuestra Señora y de San Francisco.
Aunque somos un grupo más pequeño de frailes trabajando aquí ahora, durante la novena el número de frailes crece a unos 40. Todavía escuchamos atentamente a las palabras de Nuestra Señora de Consolación mientras nos guía a nosotros – y a toda nuestra provincia – a ser fieles en hacer todo lo que Jesús desea que hagamos.