Queridos hermanos y hermanas:
En estos últimos días de Adviento nos preparamos espiritualmente para celebrar el nacimiento de Jesús. La Navidad es una fiesta de gozosa esperanza, porque Dios se ha hecho uno con nosotros en la persona de su Hijo, verdadero Dios y verdadero hombre.
Mostró su amor por nosotros haciéndose parte de nuestro mundo, con todos sus conflictos, su sufrimiento y su pobreza. Jesús es verdaderamente Emmanuel: Dios entre nosotros. Este es el gran “don” que trae: un amor divino que sana y transforma nuestros corazones, superando toda incertidumbre y pesimismo.
Nuestra contemplación gozosa del misterio de la Navidad debe hacernos comprender que, como Dios se ha hecho uno de nosotros, también nosotros estamos llamados a ser como Dios: humildes, cercanos a los demás, especialmente a los pobres, y siempre atentos a sus necesidades.
Esta Navidad, pidamos a María, Madre de Jesús y Madre nuestra, que nos ayude a ver en el prójimo el rostro de Jesús, Dios hecho hombre. Que seamos en este mundo un rayo de esa luz que brilló desde Belén, llevando la alegría y la paz al corazón de todos los hombres y mujeres.
Saludo a todos los peregrinos de lengua inglesa presentes en la audiencia de hoy, incluidos los de Inglaterra, Australia y Estados Unidos. Agradezco a los miembros de “Up with People” por su entretenimiento musical. ¡Sobre vosotros y vuestras familias invoco las bendiciones de Dios de alegría y paz!