por el padre Jim Kent, OFM Conv.
Este es un lamento familiar y un recordatorio de cómo esta temporada penitencial parece acercarse sigilosamente a nosotros, especialmente cuando llega temprano. Mientras buscamos formas de ayunar, orar y dar limosna, estas acciones deben llevarnos a una conversión constante, incluso diaria. Las Escrituras hablan de la necesidad del “continuo”, ya sea tomar diariamente nuestra cruz o darnos el pan de cada día. La conversión a menudo viene a través de prácticas consistentes que nos llevan más profundamente a la vida del discipulado.
A través del ciclo de lecturas mientras seguimos a Jesús a Jerusalén, la Cuaresma también es un tiempo para reflexionar sobre nuestro propio viaje de vida, muerte y ese último encuentro con Dios. Una manera de darnos la perspectiva de tal encuentro es ponderar esa certeza en soledad. Ese tiempo de tranquilidad nos permite desconectarnos y respirar profundamente el Espíritu de Dios. En vidas ocupadas, puede ser un desafío incluso tomarse 15 minutos al día para hacer esto. Pero cuán perspicaz y gratificante puede ser. Y como escuché que me dijeron: si estás demasiado ocupado para tomar estos 15 minutos, ¡entonces realmente necesitas tomar 30!
Que Dios nos bendiga a todos en este tiempo especial que conduce al Misterio Pascual.