Mientras los titulares celebran el sacrificio del arzobispo Oscar Romero, la Iglesia declaró esta semana a otros tres mártires. Dos eran frailes franciscanos conventuales.
Los frailes Michal Tomaszek y Zbigniew Strzalkowski sirvieron en Perú en la década de 1980 y fueron asesinados por guerrilleros del Movimiento Sendero Luminoso que aterrorizaban al pueblo peruano. Para leer más sobre los Frailes y su heroico servicio, visite el sitio web internacional de los franciscanos conventuales haciendo clic aquí.
El otro mártir fue el padre Alessandro Dordi, sacerdote diocesano de Bérgamo. También fue asesinado en 1991 por la guerrilla.
Hoy cuando usamos la palabra mártir, estamos hablando de aquellos que han dado su vida por la fe. Pero el significado original, un testigo, añade otra dimensión a nuestra comprensión.
Al dar testimonio con sus vidas, los mártires muestran el verdadero significado de la Cruz y la Resurrección. A través de su imitación de Cristo, nos desafían a cada uno de nosotros a examinar el mensaje del Evangelio y seguir su camino hacia Dios.
“Amén, amén, les digo, a menos que un grano de trigo caiga en tierra y muera, queda solo un grano de trigo; pero si muere, da mucho fruto.” (Juan 12:24)