A principios de esta semana, el Papa Francisco se dirigió al Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización y planteó tres desafíos para todos los bautizados: dar testimonio, salir al encuentro de los demás y concentrarse en lo esencial.
Dejemos que sus palabras nos lleven a reflexionar sobre las Escrituras, orar y luego actuar en su desafío de ser evangelizadores eficaces.
en testigo, el Santo Padre dijo:
La fe es un don de Dios, pero es importante que los cristianos mostremos que vivimos la fe de manera concreta, a través del amor, la concordia, la alegría, el sufrimiento, porque esto suscita interrogantes, como al inicio del camino de la Iglesia: ¿Por qué viven así? ¿Qué los impulsa? Son preguntas que van al corazón de la evangelización, que es testimonio de fe y de caridad. Lo que necesitamos especialmente en estos tiempos son testigos creíbles que con su vida y también con la palabra hagan visible el Evangelio, despierten la atracción por Jesucristo, por la belleza de Dios.
en el encuentro, él dijo:
La Nueva Evangelización es un movimiento renovado hacia aquel que ha perdido la fe y el sentido profundo de la vida. Este dinamismo es parte de la gran misión de Cristo de llevar la vida al mundo, el amor del Padre a la humanidad. El Hijo de Dios “salió” de su condición divina y vino a nuestro encuentro. La Iglesia está dentro de este movimiento; todo cristiano está llamado a salir al encuentro de los demás, a dialogar con los que no piensan como nosotros, con los que tienen otra fe, con los que no tienen fe. Encontrarnos con todos porque todos tenemos en común el haber sido creados a imagen y semejanza de Dios. Podemos salir al encuentro de todos, sin miedo y sin renunciar a nuestra pertenencia.
Y en lo esencial:
Exige un compromiso común con un proyecto pastoral que recuerda lo esencial y que está bien centrado en lo esencial, es decir, en Jesucristo. De nada sirve dispersarse en tantas cosas secundarias o superfluas, sino concentrarse en la realidad fundamental, que es el encuentro con Cristo, con su misericordia, con su amor, y amar a los hermanos como Él nos amó. ¡Un proyecto animado por la creatividad y la imaginación del Espíritu Santo, que nos impulsa también a seguir caminos nuevos, con valentía y sin fosilizarnos!