A todos se nos han dado muchos dones diversos en el bautismo. Descubrir el don de nuestros talentos y cómo utilizarlos es parte de nuestra vocación cristiana. Deseo reflexionar sobre el ministerio específico del lector. Es un don importante y fundamental necesario para la adoración compartida.
Hace varios años, el Papa Francisco declaró que este ministerio está “basado en el Sacramento del Bautismo y puede ser confiado a todo fiel idóneo, sea hombre o mujer”. Lector ya no es un ministerio reservado para quienes se preparan para el sacerdocio, lo que identificaba a todos los demás ministros como “extraordinarios”.
Esta decisión del Papa Francisco eleva el estatus litúrgico de lector. Él o ella es ahora un ministro ordinario en la Liturgia de la Palabra. He sido lector durante 50 años en 10 parroquias diferentes en todo el Medio Oeste. Una de las cosas más abrumadoras que he aprendido es que la exposición a las Escrituras, para un número considerable, o incluso para la mayoría de los católicos, se limita a lo que se escucha en la misa dominical. Si esto es cierto, resalta la importancia de contar con lectores eficaces. Si la proclamación de la lectura va a impactar a nuestros compañeros feligreses, debe ser "Game On" cuando el lector llegue al ambón.
Cuando se trata de la Liturgia de la Palabra, el papel del lector es importante. Creemos que Cristo está presente ante nosotros cuando nos reunimos como Iglesia, Su Cuerpo Místico. Cuando se proclama la Palabra, es Cristo quien nos habla. Cuando se reza la Plegaria Eucarística, Cristo está presente ante nosotros y nos atrae con Él al sacrificio de Su Pascua al Padre.
El lector debe proclamar, no simplemente leer. Un lector debe hacer la tarea. Él o ella debe comprender de qué se trata la Escritura y captar el contexto en el que se encuentra la lectura. Ciertamente, se debe discernir el tipo de lectura, así como el ritmo y tono adecuados que se necesitan para comunicar claramente su significado. ¿La Escritura cuenta una historia (Creación)? ¿O es un poema (Isaías)? ¿O está dando una lección (San Pablo)? Todos estos se proclaman de manera diferente. Sin embargo, todos estos diferentes formatos comunican la presencia de la relación y el amor de Dios por su pueblo. Es fundamental atender a estos diversos matices.
No se puede subestimar la importancia de reunirse en el Día del Señor. Sí. Hay otras iglesias, grupos de oración, comedores populares, estudios bíblicos, grupos de jóvenes y muchas otras cosas. Para los católicos, sin embargo, a menos que estas buenas acciones fluyan dentro y fuera de la presencia de Cristo en la Eucaristía, pueden perder su profundidad e incluso terminar siendo insostenibles. Habiendo dicho eso, pregunto ¿no debemos participar activamente como saludadores, servidores/acólitos, sacristanes, ministros de música, cantores, ujieres, lectores, sacerdotes, ministros eucarísticos y como participantes activos en los bancos? ¿De qué otra manera podemos encontrar la profundidad del Espíritu en nuestra comunidad y mantener nuestra vida parroquial centrada en Cristo?