Por Fray Mario Serrano OFM Conv.
Ven, Espíritu Santo, ven y haznos notar la Primavera y la Resurrección.
Ha llegado la primavera, y Dios una vez más está revelando amor y resurrección. No podemos ignorar que estamos viviendo un tiempo único. La Cuaresma ha terminado y estamos avanzando a través de la temporada de Pascua hacia Pentecostés, pero aún debemos hacer el sacrificio de permanecer físicamente distantes unos de otros y refugiarnos en el lugar. Hemos experimentado un parón repentino. Ya no nos encontramos enseñando, aprendiendo, ejecutando, administrando, en la rutina que hemos llamado vida. A menudo, nos encontramos con poco tiempo y sin suficiente energía para tomar conciencia. Que no nos pille desprevenidos la Primavera y la Resurrección. Como ahora nos vemos obligados a ver la vida a través de una nueva lente y confiar en nuestra creatividad y nuestra imaginación, no olvidemos ver los dones del Espíritu Santo. El mismo Espíritu que transformó la muerte en Vida Resucitada y empoderó a los discípulos.

Padre Mario Serrano celebra misa en Ysleta Mission Church en El Paso, TX Crédito de la foto: Al Baeza
Siempre me emociona escuchar acerca de la comunidad cristiana primitiva durante la temporada de Pascua siendo tan audaces a medida que avanzan y proclaman la Resurrección de Jesucristo. Sin embargo, no podemos pasar por alto que nuestros primeros hermanos y hermanas cristianos también se encontraban “a puertas cerradas” (Juan 20). En el aposento alto con las puertas cerradas, ellos probablemente también se sentaron con dudas, desesperación y desilusión sintiéndose exhaustos después de presenciar la condenación, la crueldad y la crucifixión. Un bloqueo mental y emocional, ya que la esperanza ha sido secuestrada por el caos y el miedo y ha congelado sus vidas. Sin embargo, sucede lo inimaginable, Jesucristo, el Resucitado, aparece en medio de ellos y les dice: “La paz sea con vosotros”.
El miedo mantuvo a los primeros discípulos detrás de puertas cerradas como la seguridad nos ha mantenido detrás de nuestras puertas cerradas. Pero incluso dentro de nuestro refugio en el lugar por el bien de la seguridad, esto no significa que debemos holgazanear y esperar con nuestros pensamientos y emociones. Dios está susurrando nueva vida dentro de nosotros, pero debemos dejar nuestras preocupaciones y obsesiones. ¡Debemos confiar! El Resucitado desea un encuentro con nosotros y también nos dice con amor: “La paz esté con vosotros”. Que estas palabras nos den un gran consuelo y nos permitan respirar el Espíritu de Vida Nueva. ¡Que tú y yo unamos las voces llenas de esperanza de nuestros antepasados en la fe y las voces de nuestros frailes mientras continuamos encontrando formas audaces de cantar nuestro himno, Jesucristo ha resucitado, Aleluya, Aleluya!