
Adaptado de los escritos de los frailes Robert Melnick, OFM Conv., y Joseph Wood, OFM Conv., en Franciscan Conventuals – Frailes de la Comunidad
Hace ochocientos años, en un mundo desgarrado por el conflicto, San Francisco de Asís compuso una canción, no para reyes ni guerreros, sino para todas las criaturas. Su Cántico de las criaturas Fue más que un himno; fue un acto diplomático, un llamado a la paz en un mundo dividido por el poder y la ambición. A través de la poesía, Francisco transformó la manera en que la gente entendía la autoridad, no a través del dominio, sino a través de la alabanza compartida al Creador.
Los frailes Robert Melnick, OFM Conv., y Joseph Wood, OFM Conv., en su libro Franciscanos Conventuales – Frailes de la Comunidad, exploran cómo la verdadera autoridad no reside en la coerción, sino en la capacidad de armonizar el poder con la responsabilidad y la ambición con la reconciliación. Este fue el método de Francisco, quien, a pesar de su sencilla vestimenta y sus pies descalzos, se presentó ante gobernantes y emperadores, no ofreciendo exigencias, sino diálogo.
El enfoque diplomático de Francisco estaba profundamente arraigado en la humildad y la verdad. No hablaba para derribar, sino para reconstruir, recordando incluso a los más poderosos su humanidad compartida. Su encuentro con el sultán de Egipto durante la Quinta Cruzada se erige como uno de los grandes momentos de diálogo interreligioso de la historia, un encuentro de respeto más que de conquista. De igual manera, cuando la división amenazó su ciudad natal, Asís, Francisco no eligió un bando; eligió una canción. Sus frailes cantaron... Cántico de las criaturas con un verso adicional pidiendo perdón, y el obispo y el alcalde enfrentados se conmovieron hasta las lágrimas, reconciliándose públicamente ante el pueblo.
Como enfatizan los frailes Melnick y Wood, este modelo franciscano de reconciliación no se limita a la historia; sigue siendo un desafío vivo para nosotros hoy. Cántico de las criaturas Nos recuerda que la creación misma nos llama a la unidad. Cuando reconocemos nuestra conexión con el "Hermano Sol" y la "Hermana Luna", reconocemos que la paz no es solo un ideal, sino una responsabilidad. El camino franciscano no niega el conflicto, sino que busca transformarlo, invitando a todos a escuchar, a reflexionar y, en última instancia, a reconciliarse.
Incluso en nuestro mundo moderno, lleno de sus propias rivalidades y divisiones, las lecciones de la diplomacia de Francisco perduran. El poder no siempre cede ante la fuerza, pero a menudo se doblega ante la belleza. Los muros pueden resistir las espadas, pero se derrumban ante una canción.
Al celebrar los 800 años de la Cántico de las criaturasSe nos recuerda que sus versos aún tienen el peso de la verdad. Para ser pacificadores en nuestro tiempo, debemos acoger la sabiduría de Francisco: hablar con sinceridad, tender puentes donde otros levantarían muros y dejar que nuestras voces, como la suya, sean instrumentos de paz.