
El Cántico de los Tres Jóvenes en el Horno, que se encuentra en Daniel 3:24-68, es una de las fuentes de la oración de San Francisco. Cántico de las criaturasEste es un pasaje que se encuentra en las Biblias católica y ortodoxa, pero no en las judías y protestantes (ya que sólo se encuentra en griego, y esas comunidades sólo aceptan los libros del Antiguo Testamento escritos en hebreo o arameo).
Al igual que San Francisco, quien escribió su cántico tras recibir los estigmas, el sufrimiento llevó a los tres jóvenes a alabar a Dios e invocar a toda la creación para que alabara al Señor. Habían sido arrojados a un horno de fuego como castigo por negarse a practicar la idolatría. Normalmente, el sufrimiento provoca desánimo y frustración, pero en este caso, los tres jóvenes, rescatados de las llamas, se llenaron de asombro y admiración.
Comprendieron que toda la creación, incluyendo las llamas que los rodeaban e incluso aquellas otras cosas que solemos juzgar como negativas, podía alabar a Dios. Así, entonaron un himno de alabanza, similar al de los niños del Salmo 8, quienes reconocen a Dios como el Creador de todo. También vemos esto en el Apocalipsis, donde veinticuatro ancianos (que representan a los doce patriarcas del Antiguo Testamento y a los doce apóstoles del Nuevo Testamento, es decir, la historia de la salvación) y las cuatro criaturas (que representan lo mejor y más brillante de la creación) se postran en adoración y alaban al Señor. La historia de la salvación y la creación sirven a Dios al revelar su amor por nosotros.
El Himno Comienza con un llamado a todo lo que existe en los cielos, luego a las cosas que existen en la tierra y, finalmente, a los seres humanos para alabar a Dios. El himno nos recuerda que, aunque se nos ha dado dominio sobre toda la creación, no debemos tratarla con irrespeto. La creación no debe ser manipulada ni explotada para satisfacer nuestros placeres; debe ser tratada como parte de nuestra familia. Juntos, formamos un coro cuya voz se extiende hasta los confines del universo. Nuestro dominio sobre la creación no consiste en ser su amo, sino en ser el conductor de esta sinfonía de alabanza.
Finalmente, el hecho de que este himno se escribiera mientras los jóvenes eran castigados por negarse a participar en la idolatría nos recuerda que nunca debemos permitir que las cosas que nos rodean se conviertan en nuestros ídolos, convirtiéndolas en el centro de nuestras vidas. Más bien, debemos celebrar la creación como portadora de las marcas de su Creador y unirnos con amor y delicadeza a su coro de alabanza a Dios, quien hizo de todo lo existente un signo de su amor.