
La semilla de la iglesia
fray Alberto Bravo, OFM Conv.
La sangre de los mártires es semilla de la Iglesia
-Tertuliano, 160-220 EC

De izquierda a derecha: mártires franciscanos conventuales, beato Michael Tomaszek, beato Carlos Muria y beato Zbigniew Strzalkowski
El 9 de agosto, los frailes y la comunidad de Nuestra Señora del Monte Carmelo en El Paso, Texas, se reunieron para celebrar la vida de los Mártires Franciscanos Conventuales Beato Michał Tomaszek, Beato Zbigniew Strzałkowski (Mártires de Pariacoto, Perú) y Beato Carlos Murias (Mártir de Argentina). Durante la celebración, fray Jarek Wysoczański, quien una vez vivió con los frailes de Pariacoto, dijo que “estos hombres vivieron vidas que respondían a los signos de los tiempos. Su bendito camino de fe, que concluyó con el sacrificio de sus vidas, nos inspira hoy a realizar nuestra vocación y misión en respuesta a los signos de los tiempos”. Estos hombres, como tantos otros mártires que han dado la vida, han respondido a la llamada a “escudriñar los signos de los tiempos e interpretarlos a la luz del Evangelio” (GS, n. 4). Como ellos, también nosotros estamos llamados a hacer brillar la luz del Evangelio sobre las injusticias de nuestro tiempo.
Cuando estamos heridos, nuestro cuerpo inicia un proceso de curación porque escucha a la zona afectada y responde a la necesidad. Solo escuchando puede comenzar el proceso de curación. No podemos avanzar como Iglesia si no nos escuchamos unos a otros, especialmente a los que están en los márgenes. Durante su primera Misa Crismal como Obispo de Roma en marzo de 2013, el Papa Francisco exhortó a los sacerdotes que se habían reunido en la Basílica de San Pedro a ser buenos pastores. El Papa Francisco les dijo: “Sed pastores con olor a oveja. Lleva el poder sanador de la gracia de Dios a todos los necesitados y mantente cerca de los marginados”. Los tres mártires franciscanos reconocieron que para caminar verdaderamente con su rebaño, necesitaban escucharlos, reconocer sus luchas y necesidades y atenderlas. Viajar es escuchar.
Mientras continuamos recordando y honrando la memoria de nuestros benditos Mártires, respondamos también a los signos de los tiempos. Que estemos abiertos a escuchar a nuestros hermanos y hermanas, especialmente a los que están en los márgenes. Que seamos pastores con olor a rebaño, dispuestos y dispuestos a ser como el Buen Pastor y dar la vida por el pueblo que nos ha sido confiado.