De izquierda a derecha: Cardenal Mauro Gambetti, OFM Conv., Arcipreste de la Basílica de San Pedro, Vicario General de Su Santidad para la Ciudad del Vaticano y Presidente de la Fábrica de San Pedro, fray Martin Day, OFM Conv., Ministro Provincial de la Provincia de Nuestra Señora de la Consolación, y fray Carlos Trovarelli, OFM Conv., Ministro General, comparten una comida en la Curia General de Roma.
En enero, fray Mario Serrano y yo viajamos a Roma para una “escuela” de una semana sobre cómo trabajar con la administración general de la Orden. Como secretario de la provincia, el camino de fray Mario era un poco diferente al mío debido a los estrictos requisitos sobre cómo llevar la correspondencia con una Orden mundial. No es que holgazaneé toda la semana. Hubo todo tipo de aportes que cubrieron el derecho canónico, el apoyo a la misión, la administración financiera, el "ministerio de la autoridad", como se le llama a menudo (cómo ser un buen superior mayor), etc. Algunos temas fueron más animados que otros, obviamente, pero la semana fue bien gastada.
En tales reuniones, un beneficio principal es simplemente interactuar con frailes de todo el mundo, descubrir puntos en común y desinflar presunciones. Como Orden nos estamos moviendo más firmemente en el área de colaboración a través de los límites de las provincias. Las tres provincias polacas, por ejemplo, tienen cada una delegaciones de frailes trabajando en Alemania y ayudando así a aliviar la escasez de sacerdotes allí. Este proceso ya lleva algún tiempo en marcha, pero está cobrando fuerza en toda la Orden, una razón más para construir buenos sistemas de diálogo y comprensión mutuos. En nuestra provincia, el aumento de la colaboración se puede ver de varias maneras, pero particularmente en el número de frailes que han venido de la Provincia de San Maximiliano Kolbe en India y de la Provincia de Nuestra Señora de Guadalupe en México para trabajar con los frailes de nuestra propia Provincia y compartir la vida común franciscana conventual. La riqueza de este encuentro colaborativo no se puede subestimar. Habla verdaderamente de la universalidad de la Iglesia como el Cuerpo de Cristo y nos lleva a una comunión más profunda con la voluntad de Dios de que todas las personas sean reunidas en el reino eterno de Dios. Sabiendo que el Espíritu Santo anima e inspira ese movimiento, trabajamos para ponernos a disposición de estos nuevos desarrollos. El dinamismo que tales encuentros y colaboraciones ya han generado nos impulsa a una mayor inversión de nosotros mismos en este camino a seguir.