
Me han ofrecido la oportunidad de escribir unas palabras de bienvenida al Boletín de este trimestre y dejar entrever hacia dónde veo que va la provincia en el cuatrienio que comienza. Para ser honesto, espero ver mucha continuidad entre las cosas que están en la parte superior de la lista por lograr y los esfuerzos que han estado en marcha durante bastante tiempo. Después de todo, somos el mismo grupo de frailes, incluso si hemos estado cambiando de asiento.
Una de las cosas que los hermanos hemos estado haciendo durante décadas es “responder a los signos de los tiempos a la luz de la fe”, una comisión que nos llega del Concilio Vaticano II. Los signos de los tiempos mismos pueden haber cambiado, pero el llamado a responder a ellos permanece constante. Tenemos el gran beneficio, creo, de vivir en un momento en que la lectura de los signos de los tiempos se está haciendo de manera tan profética e inmediata por parte del Papa Francisco. Para el Papa Francisco, una característica central de la tarea pendiente del Vaticano II es cambiar las estructuras de la Iglesia para que sean más inclusivas de todos los dones que el Espíritu Santo ha derramado en los corazones de los fieles. En estos próximos cuatro años espero que la provincia abrace con entusiasmo el proceso sinodal que está en marcha.
A lo largo de los siglos, el carisma franciscano conventual ha incluido un fuerte sentido de disponibilidad a la dirección e impulso dados por el obispo de Roma. Nos hemos esforzado por ser buenos soldados de a pie en los grandes movimientos de la época. Tenemos una ventaja tan grande en nuestros días que la dirección del Papa es tan clara, tan convincente. En sus encíclicas más recientes Laudato Si' y Fratelli Tutti, el Papa Francisco ha brindado a toda la Iglesia una guía que ocupará un lugar privilegiado en la forma en que nos veo a los hermanos organizando nuestra vida y dando testimonio del Evangelio.
Ya hemos comenzado a hacer cambios de acuerdo con los grandes movimientos que estas encíclicas han puesto en marcha recientemente. Veo que continuamos trabajando hacia una presencia sostenible en el mundo, una que se esfuerce por ser parte de la solución a la degradación ambiental y el uso excesivo de recursos que está ocurriendo y se mantenga enfocada en tomar en serio el llamado del Papa Francisco a escuchar el grito de los pobres y el clamor de la tierra.
Nuestra provincia también ha estado trabajando desde hace bastante tiempo para convertirse en mejores socios con los frailes de toda la orden. Seguimos trabajando para descubrir nuestros lazos comunes que trascienden las culturas individuales y los puntos de partida y que hacen posible la convivencia intercultural, comenzando en la comunidad fraterna local. Veo una promesa tan grande en el llamado al encuentro y al diálogo que hace Francisco en su encíclica más reciente. Esos comportamientos nos ayudan mucho a descubrir nuestros prejuicios implícitos y cómo nos impiden abrazar plenamente nuestra nueva vida en Cristo. Nos liberan para la obra de anunciar la Buena Nueva a toda la creación.
Es difícil no escuchar la llamada y emocionarse por ser parte de su respuesta. Conociendo a los frailes como los conozco, espero con ansias las nuevas iniciativas que el Espíritu Santo trae a nuestra vida común y trabajar con todos nuestros amigos y compañeros de trabajo en la viña para traer una cosecha apropiada de todo lo que Dios nos ha dado.