Por Rob Murray, Asociado Pastoral, Parroquia de la Universidad St. Joseph, Terre Haute, Indiana
Estás sentado en la oscuridad y, de repente, se encienden un par de luces para leer. Ves a un sacerdote tomar un palo de un fuego recién encendido y enciende el Cirio Pascual. La vela avanza por el pasillo para que todos la vean, y escuchas a alguien cantar: "La luz de Cristo". Entonces todos respondemos: “Gracias a Dios”.
Después de eso, escuchamos una serie de lecturas del Antiguo Testamento, y luego, de repente, todas las luces se encienden y usted está cantando una canción que no ha escuchado por un tiempo, "¡Gloria a Dios!" Después del Evangelio de la Resurrección y la Homilía, todos los que están a punto de ser bautizados son llamados directamente. Se dirigen a la pila bautismal, donde, uno por uno, son bautizados. Después de la Misa, los felicitamos, les deseamos lo mejor y luego nos vamos a casa. Hecho por otro año, ¿verdad?
¿Alguna vez te has preguntado si hay un próximo paso para ellos? Y quizás lo más importante, ¿hay un próximo paso para ti?
Si bien la Iglesia ha catequizado a estos neófitos (traducción del griego: nuevas plantas), la Iglesia se da cuenta de que no puede enseñar mucho antes del bautismo. Sólo después del bautismo y de recibir el Espíritu Santo, la Iglesia puede ayudar a sus recién bautizados a reconocer la obra del Espíritu en los Misterios, los Sacramentos.
Tradicionalmente, la Iglesia se toma el tiempo entre Pascua y Pentecostés para ayudar a los recién bautizados a reconocer la obra del Espíritu y los guía suavemente hacia las aguas más profundas de la vida cristiana. Mistagogía es el nombre que se le da a ese período de tiempo y es la cuarta etapa del RICA (Rito de Iniciación Cristiana de Adultos). Entonces, después de Pentecostés, ¿la Iglesia ha terminado con estos neófitos? La Iglesia está tan harta de ellos como lo está de ustedes que han sido bautizados y sentados en los bancos durante años.
¿Notaste en la Vigilia Pascual que el celebrante te pidió que también hicieras una profesión de fe y que renovaras tus promesas bautismales rociándolas con agua bendita? Estas acciones no son relleno litúrgico. Se han colocado en las oraciones de la vigilia y en la liturgia pascual como una invitación a continuar el trabajo de la mistagogía. Los primeros Padres de la Iglesia describieron a Dios como Aquel en quien caemos para siempre, cada vez más profundamente en Su gracia, Su misericordia, Su sabiduría y Su amor. No hay límite a las profundidades de la bondad de Dios.
¿Qué significa eso para todos nosotros? El bautismo y la mistagogía que le sigue no es el final; no es una graduación. Más bien, es el comienzo de una nueva vida en Cristo que será para siempre una invitación, como lo expresa CS Lewis, a “ir más arriba y más adentro”.
La próxima vez que seas testigo del bautismo de un adulto en Pascua, recuerda tu propio bautismo y el llamado de Dios para que continúes tu viaje hacia la riqueza de los Sacramentos y hacia la vida del mismo Jesús, quien los creó.