La Encíclica Laudato Si' se ha convertido en una declaración de valores a rescatar. Propone una nueva forma de relación con las criaturas y un profundo cuestionamiento de cómo hemos estructurado nuestras sociedades. Nuestro mundo atraviesa una crisis socioambiental con graves consecuencias para el futuro de todas las formas de vida en el planeta, por lo que es imprescindible volver a la comunión y el equilibrio.
El Papa Francisco nos invita a descubrir que todo está conectado. La vida en todas sus manifestaciones constituye una red de frágiles equilibrios. En este marco, el ser humano tiene la responsabilidad de cuidar y buscar la comunión. No podemos perder nuestra relación con la tierra porque somos creados del polvo de la tierra; hemos sido hechos a imagen del Creador, para ser, como Él, amigos de la vida y seguidores de su obra creadora.
En mi experiencia personal, el contacto con el mundo natural ha representado una posibilidad de contemplación y conexión con Dios, los que sufren y conmigo mismo. Esta conexión me abre a la gratitud, me confronta con el misterio y me desafía a unir fuerzas con tantas personas que, de diferentes maneras, escuchan y atienden el grito de la tierra y de los pobres.
Como franciscano me siento invitado a vivir la alegría de la fraternidad cósmica, a reconocer la presencia y la voz de Dios en medio de la creación, y a redescubrir mi vocación de jardinero y agricultor de un mundo que necesita ser abrazado y protegido del egoísmo de algunos.
La región amazónica, desde esta perspectiva, representa un lugar donde se manifiesta la grandeza divina y donde el servicio humano se convierte en una invitación a cuidar y defender a cada una de las criaturas. Pueblos originarios, rivereños, campesinos y migrantes luchan cada día por asegurar su sustento en medio de esta región. El agua, las montañas y sus culturas representan un patrimonio para el mundo entero, una riqueza que contribuye al equilibrio del planeta y nos remite a la grandeza del Creador. La Amazonía es un lugar geográfico pero también simbólico. Cerca de nosotros encontramos muchas “Amazonas” que constituyen también una posibilidad para la elevación del Espíritu, para la comunión con todas las criaturas y para nuestro compromiso de fe: Cuidar el equilibrio de todos los ecosistemas, abrazar la diversidad de culturas y tomar decisiones considerando las nuevas generaciones.