Por fray Bob Moynihan (Novicio)
Una gran multitud se reunió para escuchar a Jesús enseñar. Los discípulos pensaron que satisfacer sus necesidades espirituales era todo lo que había que hacer. Jesús les mostró que las necesidades físicas de la gente: comida y alojamiento, eran igualmente importantes. Tan importante como fue la alimentación de los 5.000, fue igualmente importante que los discípulos aprendieran que el fruto de la fe que profesamos y la comunión que recibimos es responder tangiblemente a las necesidades básicas, extremas y reales de nuestros hermanos y hermanas.
“Jesús tomó los cinco panes y los dos peces, miró hacia el cielo y los bendijo. Luego, partiendo los panes en pedazos, siguió dando el pan y el pescado a los discípulos para que lo distribuyeran a la gente”.
-Lucas 9:16
Al entrar en los franciscanos, la primera etapa de formación es el POSTULANTADO, un tiempo de INTRODUCCIÓN a la vida y ministerio franciscano. La siguiente etapa es el NOVICIADO, tiempo de INCORPORACIÓN a la vida y espiritualidad franciscana a modo de año contemplativo para el discernimiento. Acabo de terminar el postulantado y pronto entraré en el noviciado.
Mi postulantado fue en Mt. St. Francis, el hogar de los Frailes Franciscanos Conventuales, Provincia de Nuestra Señora de la Consolación, en el sur de Indiana, cerca de Louisville. El postulantado tiene tres componentes; todo lo cual implica COMUNIÓN. Primero, vivir en comunidad. Aprendiendo a vivir, orar, trabajar, reír y compartir inquietudes con una decena de frailes.
Segundo, trabajé medio tiempo en nuestra Oficina de Avance de la Misión. Aquí es donde recibimos las necesidades espirituales así como la increíble generosidad de quienes apoyan nuestra vida y misión franciscana. Tercero, trabajé medio tiempo en nuestra Cocina Franciscana en Louisville. Este ministerio nos sitúa donde Jesús les dijo a sus discípulos que estuvieran y donde siguió San Francisco: atendiendo las necesidades físicas y espirituales de los hambrientos y aislados.
En nuestra tradición franciscana conventual, la misión fluye de la comunidad. Espero utilizar la dimensión contemplativa del noviciado para reflexionar sobre las cosas a las que el proceso mundial de Sinodalidad dentro de la iglesia nos llama a cada uno de nosotros: “sembrar sueños, tejer relaciones, despertar un amanecer de esperanza, aprender unos de otros”. .”