
Nuestra sociedad se ha vuelto cada vez más consciente de las distinciones generacionales: qué años, acontecimientos importantes y características definen a una generación y dan forma a su visión del mundo. Incluso les hemos dado nombres: Baby Boomers, Generación X, Millennials, etc. Por supuesto, las diferencias en experiencias de vida, valores y perspectivas conllevan tensión. No es raro observar que las generaciones mayores y más jóvenes a menudo se malinterpretan y hablan entre sí. Muchos de nosotros tenemos excelentes relaciones con personas de diferentes edades, pero también es fácil crear silos en los que nos relacionamos principalmente con nuestra propia cohorte generacional.
Una de las cosas hermosas de nuestra vida como frailes es que nuestra orden y fraternidades locales están compuestas por frailes de diversas edades. Los miembros de nuestra provincia abarcan cinco generaciones, desde la llamada “Generación Silenciosa” (n. 1928-1945) hasta los adultos emergentes de hoy conocidos como “Generación Z”. El encuentro que tenemos con hermanos de edades y experiencias de vida tan diversas nos obliga a ampliar nuestra visión del mundo más allá de la de nuestra propia generación, desde las duras lecciones transmitidas en las historias de frailes más experimentados hasta los sueños dinámicos de los miembros más nuevos.
En el Día del Fraile de nuestra provincia este julio, reconocimos a los jubilares de 2022 y 2023. Los jubileos se celebran para los frailes cada cinco años a partir del 25º aniversario de la profesión de votos o de la ordenación. Fueron honrados treinta y cuatro frailes, y nuestros jubilares de mayor edad celebraron 70 años de profesión. Eso equivale a décadas de experiencia y sabiduría compartidas entre generaciones. Además, nuestros frailes más nuevos, que representan tres grupos generacionales, profesaron sus primeros votos ese mismo día. Qué testimonio es que nuestra vida y espiritualidad franciscanas reúnen a hombres de noventa y veinte años y de todas las edades, no simplemente para vivir juntos sino para crecer como discípulos de Cristo a través de nuestra fraternidad.
Los mismos contrastes entre generaciones que se ven en nuestra sociedad todavía existen en nuestra Orden, pero nos esforzamos por vivir con una misión común en el dinamismo fructífero de esa tensión. El desafío y el regalo de nuestra vida fraterna es que nos relacionemos unos con otros, no como Boomers y Millennials, sino como hermanos, sin dejar de honrar los orígenes y perspectivas únicos que vienen con la edad de cada fraile.